Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.

jueves, 27 de diciembre de 2007

COLORADO EL 7

Aunque en la jerga quinielera de los sueños, el loco es el 22, en el idioma de nuestro fútbol siempre será el 7. Así, los más endiablados gambeteadores, los habilidosos más pintorescos, los creativos más inesperados, lucieron ese número en su espalda. Hoy ya no existen más 'wines' y entonces cualquier discípulo de Garrincha puede llevar con orgullo el 22, el 47 y hasta el 98. Sin embargo, la historia y la nostalgia nos devuelven el 7 bravo de René Houseman, el de Orestes Osmar Corbatta y, en este caso puntual, el de RAÚL EMILIO BERNAO, un loco idolatrado por los hinchas de Independiente como él, que era capaz de desparramar a cinco tipos en medio metro cuadrado. Sus piernas largas y su cintura aparentemente dura enloquecieron también a un brillante marcador de punta como Silvio Marzolini (el mejor del mundo en su puesto, allá por el 66), quien jamás pudo encontrarle la vuelta. Bernao nació en Avellaneda en 1941, debutó en primera en el 62, jugó 252 partidos y señaló 41 goles. Fue campeón local en 63-67-70 y de la Libertadores de América 64-65. Una noche mágica de aquel 1964, cuando Independiente inauguró una nueva iluminación de su estadio, Bernao escribió su obra más impecable y la multitud gozó con su arte en plenitud, mientras el equipo destrozaba al Santos de Pelé, con Pelé. Esa noche se vio la mejor versión del repertorio del genial puntero derecho, el elegido: ese que la llevaba atada, la descosía, la hacía de papel, la dejaba chiquita y la devolvía bien redonda para que cualquiera la embocara en el estruendo de la ovación. (A la memoria de Raúl Emilio Bernao, fallecido ayer). Fragmento extraído del libro UN GRITO DE CORAZÓN, de Enrique Martín, publicado por Editorial Dunken en enero de 2007.

martes, 11 de diciembre de 2007

ESE HOMBRE QUE SE VA

Ese hombre que se va, llegó al poder como virtual títere de su antecesor, según los opinadores de ocasión. Cuando se hizo cargo del desastre, la pobreza era del 55% y hoy no llega al 15%. Ese hombre que se va, encontró un país con un 25% de desempleo y lo deja con un 8 %. Mientras trataba de hacer pie, había en el Banco Central apenas 11.000 millones de dólares; hoy hay 46.000. Ese hombre que se va hizo crecer al país a un ritmo del 9 por ciento anual sin pedir préstamos y demostró que la fábula neoliberal se podía igualar numéricamente sin hipotecar la Nación. En lugar de mendigar, pagó las deudas exigibles, desconoció las otras y siguió creciendo. Ese hombre que se va consiguió que el Congreso anulara las oprobiosas leyes de Punto Final y Obediencia Debida (debidas a la cobardía de un ex presidente) y los Indultos (debidos al oportunismo de otro ex). Mandó a la cárcel a aquellos que la cobardía y el oportunismo cubrieron de impunidad. Ese hombre que se va logró que la Corte Suprema de Justicia esté hoy conformada por decentes y no por delincuentes, elegidos como corresponde y no por su dedo. También supo plantarse ante las corporaciones de vendepatrias y coimeros, rurales y urbanos, y dijo con todas las letras algo que todos saben y nadie denuncia: el primer opositor está en la empresa periodística, escrita, radial y televisiva. Ese hombre que se va fue acusado de autoritario y agresivo sólo por levantar el tono de voz o por no atender a periodistas dependientes, en un país donde se arrojaban al mar o al río ciudadanos vivos (maniatados y drogados) desde aviones militares, un país donde se torturaba a mujeres embarazadas y se robaban bebés. Cuando tuvo que defender la soberanía, lo hizo, pese al dolor que genera siempre cualquier conflicto entre hermanos. Ese hombre que se va aumentó los sueldos y las jubilaciones que sus antecesores congelaban o reducían. Dejó de lado las relaciones carnales con el demonio y prefirió abrazar con cariño a los verdaderos iguales por origen y destino. Ese hombre que se va mandó ALCArajo un instrumento de dominación imperial y apostó todas las fichas a una herramienta común sudamericana. Pese a su condición de católico, no toleró la bravuconada de un obispo castrense y lo sacó de la cancha sin pedir permiso al dueño de la pelota. Ese hombre que se va no dividió a los trabajadores y siempre escuchó sus reclamos, un gesto heredado de su viejo mentor en las sombras, a quien se cuidó muy bien de citar o mencionar gratuitamente. Y sí, hay inseguridad, por supuesto. Para que disminuya, la educación deberá mejorar sus contenidos, capacitar a sus maestros y exigir como corresponde a los alumnos y a sus padres. No todo se arregla con dinero. Son las deudas no saldadas en cuatro años y medio por alguien que encontró un país arruinado y lo deja con el noventa por ciento de los indicadores hacia arriba. El que cambió el peor de los pesimismos por una esperanza palpable. Ese hombre, el que se va, entró en la Casa Rosada con el 22% de los votos y sale con el 45%. Era un desconocido y hoy goza de un 65% de popularidad. Ese hombre que se va puede considerarse, sin dudas, como EL MEJOR PRESIDENTE ARGENTINO DESDE LA MUERTE DE JUAN DOMINGO PERÓN. No todos lo merecimos.

viernes, 2 de noviembre de 2007

LADRIDOS A LA LUNA

Mi sobrino Mariano preguntó a los cinco años si los chicos muertos jugaban a la pelota con la Luna. Talvez sí, pensé. Yo tenía cuatro cuando quise saber quién era Laika, cuyo nombre bailaba de boca en boca de familiares y vecinos en aquella lejana primavera de 1957. Hace medio siglo, me dijeron que Laika, la perrita del satélite soviético "ya estaba fuera de este mundo, pero seguía con vida". Talvez no, pensé, en mi primera sospecha relacionada con la objetividad de la prensa. Ha pasado mucho tiempo, y la carrera por la conquista del espacio, librada entre insensibles/estúpidos estadounidenses e insensibles/estúpidos ahora ex comunistas, ha aportado muy poco bienestar a la humanidad, a un costo sideral digno de mejores causas, sin duda. El Sputnik I había viajado hacia el infinito un mes antes de aquella pregunta infantil en pleno barrio Cafferata, a la luz de un lánguido farolito callejero, encendido también al cohete, a la seis de la tarde porteña y primaveral. Habría después Apolos y alunizajes; accidentes, muertos y despilfarro, pero ningún ganador como para descorchar sidra en homenaje a un mejoramiento en las condiciones de vida aquí abajo. La ceguera de los imperios sólo ha generado sangre y luto, injusticias y depredación. Todavía hoy serruchan diariamente el árbol de la vida, especialmente la de los más desprotegidos. Tienen licencia para contaminar, para mentir y para matar. No les importa nada más que el lucro. No tienen ideales sino intereses, no tienen amigos sino socios de ocasión. Les importa únicamente la libertad del zorro en el gallinero y se cuidan mucho de mencionar la palabra Justicia. Mañana, 3 de noviembre, se cumplirá medio siglo de aquella incalificable decisión modernista, la de jugar con la vida de una criatura, un ser vivo al fin, indefenso, vulnerable, incapaz de entender ni de justificar, condenado a un sufrimiento cuya magnitud jamás conoceremos. Acaso su alma esté hoy todavía orbitando sobre un mundo incomprensible, ajeno y presuntuoso. O quizás Laika esté ahora más cerca de Dios ladrándole a la Luna, y a una banda de delincuentes con carnet que nunca merecerán el olvido de los hombres bien nacidos, ni la paz de los sepulcros. Y lo más importante: No tendrán jamás el perdón de los perros.

ARROZ TIBIO

Paul Tibbets falleció ayer a los 92 años en su casa de Columbus, Ohio, Estados Unidos. El hombre tenía 30 cuando piloteó el avión B-29 (bautizado por él mismo como "Enola Gay", en homenaje a su madre). Esa aeronave lanzó la bomba de plutonio que destruyó por completo la ciudad japonesa de Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y mató instantáneamente a más de 85.000 personas. Otras decenas de miles morirían con el correr de los años por los efectos devastadores de ese ataque, el más cruel, abyecto e inmoral, lanzado contra civiles a lo largo de la historia de la humanidad. Por su frialdad, premeditación y mayúscula alevosía.//
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Paul Tibbets. Todas las historias que no fueron caben en tu nombre. Una vida sin fe y otra consagrada. Una bolsa con juguetes y un cabello lacio adolescente, cepillado frente al espejo que devuelve certeza y movimiento. Las oportunidades perdidas y el aliento recobrado tras el breve asalto de la timidez. Las campanas de bronce llamando a sosiego, a la dicha, a la hora de tomar el tiempo por el cuello. Un camino sinuoso y bifurcado, plagado de verdes y de dudas. El color del azar brillando loco, imprevisto, efímero. Las caderas y los ojos. La mariposa del amor en el estómago. La paciencia y el fruto del esfuerzo. El arroz tibio y las sonrisas. Un mundo mecánico y altivo. La velocidad del tren, de la imagen, del viaje compartido. La quietud de las flores enlazadas y el severo sable terminal. El dolor, el odio, la sangre y el olvido. El miedo y el asombro, el retrato y el orgasmo, el agua fluyendo. La eternidad del cielo, del aire y de la luz, el fuego del sol, y hasta la muerte vital que nos robaste, Paul Tibbets, adonde quiera que estés, ahora, hoy, que sea lejos.

miércoles, 31 de octubre de 2007

GRANDEZAS Y REBAÑOS

Hace hoy exactamente tres años estaba en Montevideo. Aquel domingo en que el Frente Amplio uruguayo llegó al gobierno nacional después de 33 años de lucha. Tabaré Vázquez necesitaba el 50 por ciento de los votos para evitar un ballotage que le podía ser desfavorable como en una ocasión anterior. El Partido Colorado y el Blanco tendrían otra vez la llave para impedirle una vez más el acceso al poder uniendo sus ideologías liberales y atrasadas en pos de mantener al país en el siglo XIX. El acto eleccionario tenía sólo dos contrincantes fuertes: el propio Tabaré y el caudillo blanco Jorge Larrañaga. Y los votos se contaron minuciosa y escrupulosamente. Tanto a tanto. Cuando el boca de urna entró en acción, Vázquez llevaba una mínima ventaja, que mantuvo hasta tres horas después de iniciada la información con datos oficiales. Yo había viajado a Montevideo con mis tres amigos uruguayos frenteamplistas y participé "de afuera" en la vibrante jornada democrática. Aproximadamente a las 22, seguía congelado frente a un televisor en la terminal de ómnibus de Tres Cruces. En el ángulo inferior derecho del aparato, el cómputo mostraba a Tabaré con un 50.4 por ciento de los votos, mucho menos que un punto de ventaja, y con un 20 por ciento de las mesas por escrutarse. En ese momento, emergió inesperadamente ante todo el país, por cadena nacional, la imagen de Larrañaga. Y a continuación sus breves palabras reconociendo el triunfo de su rival, la propia derrota blanca y el fin de un período político bipartidista iniciado 170 años antes. Su gesto seguro, su mano tendida y su felicitación quedó grabada en mi memoria. Y reapareció el lunes pasado en Buenos Aires, cerca de la una de la madrugada. Una señora perdía la elección presidencial por 25 puntos frente a un rival que redondeaba el 44 por ciento de los votos y sólo necesitaba el 40 para ganar sin ballotage. La señora, muy enojada, y dirigiéndose a su electorado, prestado por los dueños del dinero y por la clase media más reaccionaria de América Latina, dijo que no aceptaría ningún resultado hasta que... los diarios estuvieran en la calle. Esos diarios, que la habían apoyado en forma casi masiva durante toda la campaña, no la esperaron pero se sometieron a su falta de grandeza, a su rastrera modalidad de hacer política cuando los sufragios no alcanzan. Esa señora, pintada para una guerra que no supo librar con armas nobles, parece haberse convertido (o eso cree) en la líder de una multitud minoritaria de pequeñosburgueses llenos del odio que les transmitieron sus padres y la escuela durante años y años de decadencia argentina. La portavoz de la subestimación y el desprecio hacia las clases populares. El domingo contó con el voto de ese rebaño de imbéciles que tres meses antes había elegido a un sospechoso empresario en un comicio para intendente, un rebaño que no quiso escuchar cuando ella misma calificó de "inmoral" al candidato, y entonces optó por transferir su propia inmoralidad para perder en el cuarto oscuro. Esa señora y ese señor, son los representantes actuales más fieles y acabados de la ideología antinacional, liberal, entreguista y colonial que -salvo honrosas excepciones- gobierna nuestro país desde 1853. Algo parecido a los colorados y blancos uruguayos, aunque sin el mínimo de dignidad que hace hoy tres años ofreció desde el televisor la voz de un político equivocado, pero decente.

martes, 16 de octubre de 2007

EL DÍA EN QUE LOS SERES FUERON HUMANOS

"Me vestí apresuradamente, bajé a la calle y me uní a la multitud que marchaba hacia la Plaza de Mayo. Ví, reconocí y amé a los miles que la integraban: no había rencor en ellos, sino la alegría de salir a la visibilidad en reclamo de su líder. Era la Argentina invisible que algunos habían anunciado literariamente, sin conocer ni amar a sus millones de caras concretas. Y no bien las conocieron, les dieron la espalda. Desde aquellas horas me hice peronista. Decidí entonces, con mis hechos y mis palabras, declarar públicamente mi adhesión al movimiento, y respaldarla con mi prestigio intelectual, que ya era mucho en el país. Eso me valió el repudio de los intelectuales que no lo hicieron, y que declaron finalmente mi proscripción intelectual".
La inquisición liberal instaurada por la denominada "revolución libertadora" de 1955 condenó durante décadas al autor del párrafo anterior, Leopoldo Marechal, uno de los mejores escritores argentinos del siglo XX, culpable de adherir al peronismo desde aquel lejano día del recuerdo, el 17 de octubre de 1945. Acaso (¿y por qué no?) el día más importante en la vida argentina, junto con el 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de 1816: el día en que millones de compatriotas, seres de carne y hueso, se convirtieron finalmente en humanos, a los ojos de otros argentinos que los habían ignorado hasta ese momento, y que desde ese momento los odiarían con el rencor más cruel y desalmado que registra la historia de nuestro país. Ese día, nacería también, la última e inacabable etapa de la clásica antinomia que ha acompañado el devenir del país: pensamiento liberal vs. pensamiento nacional.
El último tramo en que los nacionales gobernaron en la Argentina remite al decenio 1945-55 (con un breve sobrevuelo entre 1973 y 1974). De esos años podemos recordar, por ejemplo: que los trabajadores accedieron al 50 por ciento de la riqueza producida en nuestras tierras, un número que no alcanzó ningún país del mundo desde la post-guerra; que se organizaron en sindicatos fuertes y obtuvieron cientos de conquistas sociales y laborales, más avanzadas que en Europa y que en todos los países de Latinoamérica. Cientos de miles de marginados accedieron a la alimentación completa, a la salud y a la educación, y finalmente pudieron criar hijos que los superarían en posibilidades hasta conformar una enorme clase media que -lamentablemente- terminaría traicionando a Juan y a Eva Perón, sus hacedores en materia de movilidad social inédita y nunca agradecida, aunque sí aprovechada. El país siguió siendo el granero del mundo pero se industrializó en todos los niveles, hasta en la construcción de aviones; la Argentina rompió con el Fondo Monetario y no tenía deuda externa el 16 de setiembre de 1955, el día del derrocamiento de un gobierno que había surgido de las urnas en 1946, revalidado en 1951 sin proscripciones ni fraudes. Ese gobierno que había instaurado en 1949 la Constitución más progresista de América Latina, con plenos derechos para todos sus habitantes, voto femenino, divorcio vincular, libertad de cátedra y uso de la tierra con fines sociales y solidarios. Cientos de hospitales, miles de kilómetros de rutas, plantas petroquímicas, cobertura previsional total. La política puesta en función del bienestar de TODOS los habitantes. Pero el odio pudo más. La Armada bombardeó la Plaza de Mayo con diez kilos de toneladas de explosivos y mató a 300 inocentes, protagonizando otro hecho inédito en la historia: fuerzas armadas de un país asesinando a sus propios compatriotas. Nadie dio la cara, nadie fue juzgado, nadie fue preso. Sólo silencio y oprobio. Y una enorme magnificación de los hechos de la resistencia, entre ellos la desesperada quema de algunas iglesias, como represalia desmedida a la actuación de la cúpula católica al frente de los golpistas, que tres meses después erigirían en el país una nueva dictadura, apoyada también por la oligarquía, la clase media, los intelectuales, los partidos "democráticos" conservadores, radical, socialista y comunista, todos con la bendición de aquella cúpula y el obvio patrocinio de la embajada de los Estados Unidos, es decir, todos aquellos derrotados por Perón cuando conformaron la denominada Unión Democrática en 1946. No habían aprendido nada. Sólo los movía el odio de clase y la ignorancia.
Hubo también fusilamientos, torturas y asesinatos jamás esclarecidos; persecución de delegados sindicales, obreros y militantes de base. Sin juicio, sin culpables. Sólo silencio y oprobio.
El decreto 4161 del 5 de marzo de 1956 pretendió prohibir al peronismo en todas sus formas y expresiones. "Se considerará -decía en uno de sus artículos- especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fotografía, retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronistas, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones "peronismo", "peronista", "justicialismo", "justicialista", "tercera posición", la abreviatura PP, las composiciones musicales "Marcha de los Muchachos Peronistas" y "Evita Capitana", los discursos del presidente depuesto y de su esposa, las fechas exaltadas por el régimen depuesto".
Una de esas fechas es el 17 de octubre. Mañana, en otro aniversario, recordaremos cómo los "libertadores" destruyeron hospitales y comedores infantiles, bibliotecas, centro de capacitación, escuelas artesanales. Todo para nada. Dieciocho años depués, Perón estaría nuevamente en el poder mediante el voto popular, única herramienta que utilizó para legitimar su poder y para consolidar el más estrecho vínculo que gobernante alguno haya tenido jamás con el pueblo de estas tierras.
Marechal también le escribió a ese 17 que vivió de cerca y recordó por siempre. Este soneto del autor de "Adán Buenosayres" evoca con nostalgia aquella gesta. Quien quiera oir, que oiga.

Era el pueblo de Mayo quien sufría,
no ya el rigor de un odio forastero,
sino la vergonzoza tiranía
del olvido, la incuria y el dinero.

El mismo pueblo que ganara un día
su libertad al filo del acero
tanteaba el porvenir, y en su agonía
le hablaban sólo el Río y el Pampero.

De pronto alzó la frente y se hizo rayo
(¡ era en octubre y parecía mayo ! ),
y conquistó sus nuevas primaveras.

El mismo pueblo fue, y otra victoria.
Y, como ayer, enamoró a la Gloria,
¡ Y Juan y Eva Perón fueron banderas !

sábado, 6 de octubre de 2007

DESDE LA HISTÓRICA ALTURA

La melena y la barba oscura, los ojos y la expresión. El poder del símbolo es infinito. La imagen del hombre desnudo de tiempo, yacente y al natural, también lo es. Hemos conocido en distintos países a no pocos jóvenes que ignoran la historia de Jesucristo pero lucen un crucifijo pendiendo de sus cuellos. Jóvenes que suelen provenir de familias no creyentes o practicantes de otras religiones ¿Qué les fascina de la presencia del Cristo en la cruz? ¿Qué les lleva a plantarse en el pecho esa imagen que a escala representa el sufrimiento esculpido en la cara de un hombre? Es difícil contestar a los interrogantes. También resulta complicado lanzar una hipótesis concreta sobre la multiplicación del último rostro de Ernesto Guevara fotografiado en su lecho de muerte en La Higuera hace cuarenta años (el 9 de octubre). Ese símbolo -que también puede rezumar pena, hondura y poesía- es el mismo que millares de jóvenes de todas las razas, credos y nacionalidades reproducen sin pausa, sin rubor (¡hasta los estadounidenses!) y con singular persistencia en sus cuerpos tatuados, en sus coloridas remeras, en los posters que tapizan sus habitaciones. Allí, acaso algunas noches, sueñen despiertos con el hombre a secas, el hombre puro, despojado, noble, casi desnudo, digno y dignificado. Muchos pechos y muchos muros albergan simultáneamente los dos símbolos, las dos imágenes, similares preguntas y tal vez una coincidencia: la emoción de sentirse protegidos, pequeños y gigantes -en la lágrima o en la oración- al apagar la luz de toda incertidumbre con la confianza de poder encenderla nuevamente en el utópico milagro de cada amanecer. Con perdón de Freud y de la Santa Iglesia. Amén. (Del libro "Escenarios", de Enrique Martín).

miércoles, 26 de septiembre de 2007

HOMENAJE A LA INTELIGENCIA

A 130 años de su nacimiento y a 45 de su muerte, el escritor alemán HERMANN HESSE nos sigue sorprendiendo con su inteligencia adelantada a los tiempos, y al margen de declaraciones políticamente correctas, ramplonerías, cursilerías, alcahueterías y toda clase de artilugios con que suelen valerse los intelectuales de todas las épocas para nadar bajo el sol de los poderosos. Pues Hesse nunca lo hizo e igual fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1946, a favor de sus excelentes obras, cuya breve antología incluye Demian, El Lobo Estepario, Siddharta y Juego de Abalorios, entre otras. El Hesse pensador dejó también un puñado de ideas fuerza que vale la pena recordar, antes del desayuno y después de la cena.
"Lo que siempre he odiado, detestado y maldecido por sobre todas las cosas es esa complacencia, esa salubridad y confort, ese optimismo cuidadosamente preservado de las clases medias, ese caldo gordo y próspero de la mediocridad".

"El burgués no atesora nada más que el sí mismo. Y a costa de intensidad alcanza su propia preservación y seguridad. Su cosecha es una mente tranquila, que prefiere a la posibilidad de ser poseído por Dios, como prefiere el confort al placer, la conveniencia a la libertad, y una temperatura agradable al ardiente y mortífero fuego interior".

"Puedo vivir toda una vida sin Iglesia, pero no puedo vivir un solo minuto sin Dios".

"La felicidad no está en las personas que poseen belleza, sino en aquellas que saben apreciar y amar esa belleza".

martes, 4 de septiembre de 2007

Y UN DÍA ...LAS MUJERES FUERON PERSONAS

Y un día, en nuestro país, las mujeres fueron personas. Todas las mujeres. Las ricas y las pobres, las de clase media y las obreras. Todas. Ese día, el 9 de septiembre de 1947, hace apenas 60 años, una sola mujer lo hizo por y para todas ellas. Hasta por aquellas que la odiaban y que no mucho después gritarían ¡Viva el cáncer! como prueba irrefutable de una perversidad mucho más grande que su género, cuando quien las había consagrado humanas comenzaba a evaporarse a los 33 años para convertirse en el mito que, desde ese momento y acaso para siempre, les arruinaría el sueño (a las del graffitti, anónimo, por supuesto), ya que no el bolsillo. Ese día tan lejano, las mujeres argentinas obtuvieron mediante la ley 13010 el derecho a votar, aplastando con la fuerza de una sola vagina bien nacida el oprobio de la ley Saénz Peña, que los libros de Mitre insisten en llamar "del voto universal, secreto y obligatorio". Universal pero sin mujeres, como le gustaba a Bartolo, el padre de la historia oficial, liberal, colonial y entreguista. Hubiera entregado a su mujer también, ya que tampoco la consideraba un par sino una carga o un adorno. Pues bien, Evita, pese a todo y contra aquellas y éstas, todas pueden hoy votar a favor y en contra. Expresarse, opinar, disentir, militar y también abstenerse. También algunas pueden seguir odiándote y darte la espalda en el cuarto oscuro que les aclaraste para que pudieran ver la luz de la justicia en serio, la justicia social, la soberanía política y la independencia económica que nunca quisieron para tu Argentina. Pero no son ni fueron todas, Eva. No. Y las que no entienden nada hoy, talvez serán millones mañana. Como sea y adonde sea, sabrán que sin tu coraje, todavía serían "universales", pero no mujeres.
A tu valentía, en este aniversario, los versos de Cátulo Castillo:

Nos miras desde el fondo de un retrato/ con tu fija expresión de dama antigua/sonriente y grácil, con la mano exigua/ que enlaza el brazo fuerte, con recato/ ¡Todo era una ilusión!... y en el boato/ de tu traje de fiesta se santigua/ otra mano de adiós, con esa ambigua/ pálida ausencia que pintó el retrato/ ¡Cómo eras de feliz!...con una aureola/ de amor y de piedad, te arqueabas, mimbre/ que desgajó la furia de la ola/ Y te desdibujaste, dulce y sola/cuando la muerte, silenciosa urdimbre/ te hizo escuchar su vieja caracola...

viernes, 24 de agosto de 2007

CHAU MAESTRO ZACARÍAS

Lanusense, ferroviario, gardeliano, ganador. Cuatro credenciales que describen sin vueltas al maestro Santos Zacarías: maestro sí, por derecho adquirido en el riel de los gimnasios durante una vida entera dedicada a su pasión vital. "El mío va a ser campeón del mundo, Macho", fue el latiguillo del no tan loco Zacarías, una vez que apostó sus humildes fichas a la enseñanza, cansado de fajarse en desventaja con rivales demasiado complicados, como Kid Cachetada (Antonio Lucero), quien le dio -según su confesión- una golpiza como para no probar de nuevo. Antes de Zacarías triunfador, hacedor desde los primeros palotes, padre y consejero entre round y round de adolescencia, fabricante absoluto de dos sólidos campeones del mundo: Sergio Palma y Juan Martín Coggi, y de nobles productos como Sicurella y tantos otros, antes de todo eso, hubo un Zacarías audaz y temerario, capaz de lo que fuese con tal de sacar tajada para cualquier pupilo suyo, como Enrique Jana, a quien llevó desde amateur hasta el umbral del título welter junior CMB frente a Bruno Arcari. Fue con Jana, en una pelea ante un tal Carlos Martiarena en el club Estrella Roja de Lanús. Prevenido del posible robo en un fallo por puntos, Santos puso como condición elegir el árbitro, y colocó en ese lugar a su amigo Alberto Javier, con la recomendación expresa de levantar el brazo de su boxeador aunque anunciasen su derrota. Y así ocurrió. "¿Quieren ver las tarjetas", gritó Zacarías en el centro del ring, en medio de un tumulto de película. "Yo les voy a mostrar las tarjetas, pero las de defunción", volvió a desafiar, tras lo cual peló desde el hueco de la toalla un revólver descargado y provocó el desbande que puede imaginarse. Jana ganó esa noche legítimamente, como en el fútbol cuando después de un gol se reanuda en mitad de cancha: andá a reclamarle a Gardel o al hincha número uno del Mudo (el propio Santos). Después, sin perder un gramo de carácter, sin aflojar ante nada ni nadie, Zacarías subió al piso mayor con sus alumnos más aventajados. Palma noqueó en Estados Unidos y Coggi en Sicilia, como resultado de años y años de soportar al maestro bajo la lluvia, con 40 de temperatura, con 15 bajo cero, trotando a los 70 años. Sólo le faltó cantar.(Del libro "Narices Chatas", de Enrique Martín). Homenaje a Santos Zacarías (1924-2007), el día de su fallecimiento.

miércoles, 22 de agosto de 2007

AUTORITARIO

A falta de argumentos políticos más contundentes, el noventa por ciento de la prensa argentina (gráfica, radial y televisiva) eligió hace tiempo el instrumento para intentar socavar al gobierno de Néstor Kirchner. Como los indicadores económicos (no ya los tildados de truchos sino los que agita la propia oposición) permiten que el mandatario y su esposa candidata hagan la plancha en el natatorio de la mediocridad liberal local -la de derecha y la de izquierda- hallaron en el revoltijo del viejo golpismo cagatintas un adjetivo interesante: "autoritario". Pues bien, desde hace tiempo Kirchner es autoritario. Porque levanta la voz, porque no concede entrevistas y porque critica a casi todos los cenáculos de poder, especialmente a las EMPRESAS PERIODÍSTICAS, esas que jamás hicieron una autocrítica sobre su complicidad con la sangrienta dictadura 76-83. Hasta el Ejército, através del general Balza, la hizo. Hasta la cúpula de la Iglesia Católica, en reiteradas ocasiones, la hizo. Los ahora multimedios no. Y por eso en numerosas escuelas de periodismo se comparan las tapas, los editoriales y las opiniones de los opinadores de ayer, con todo lo que ellos mismos ofrecen hoy. Pues nada nuevo. Sometimiento al establishment económico y privilegio de los propios intereses en desmedro de una Nación que desprecian salvo para esquilmarla con sus negocios turbios. Está todo bien, como dicen ahora, pero el adjetivo "autoritario" suena desafinado en el clarinete de un cuarto poder en imparable ascenso hasta el tercer o el segundo lugar, disputando hoy mediante su condición exclusivamente empresaria el liderazgo que siempre ostentó en nuestro país la familia judicial. ¿Por qué no se dan una vueltita por la realidad? Están "acusando" de autoritario a un hombre que alza la voz, que no da reportajes y que critica poque su investidura se lo exige. Lo están haciendo en un país donde SE ARROJABAN PERSONAS VIVAS DESDE LOS AVIONES AL RÍO DE LA PLATA Y DONDE SE TORTURABAN MUJERES EMBARAZADAS INTRODUCIÉNDOLES DESTORNILLADORES EN LA VAGINA. Claro que, para las empresas de prensa y muchos periodistas, aquellos no eran tiempos para ocuparse del autoritarismo. Ni siquiera para levantar la voz, ese crimen de lesa patria, según los actuales manuales de estilo.

miércoles, 8 de agosto de 2007

FASCINACIÓN DEL PELIGRO

En las antenas de la mosca que no nos intuye amistosos y finge una erección agónica. En el pétalo asombrado por la sombra de una mano que es caricia y guillotina. En el salto del cantante hacia la melodía y en el remanso dulce de un mechero auriazul. En la golosina del asfalto y en la libido del trampolín. En un cajero automático, en la carta por abrir y en la lencería fina. En el techo y en el sótano, en los huecos y en el silencio. Y en esa palabra que nombramos para que no sea ella quien nos nombre. Ahí está la fascinación. ¿Pero el peligro existe? ¿O es apenas un prólogo, un paisaje?

lunes, 6 de agosto de 2007

MONZÓN CUMPLE

Los adjetivos se gastaron, perdieron efecto. Para idolatrarlo, sobreestimarlo, envidiarlo, destrozarlo. No los usaremos, y entonces, a ver qué sale. Carlos Monzón (quien mañana cumpliría 65 años) extendió sus brazos para unir su San Javier con Montecarlo; una partida de truco o un tute cabrero en un tugurio de Martínez con los traseros y las burbujas del Lido de París; su abstinencia de tabaco antes de las peleas con la curda que se agarró -de alegría- en la fiesta de quince de su hija Silvia, cuando terminó desafiando al Negro Olmedo en el arco que dibuja el chorro de la orina, ante los invitados vip arribados en yate al club de ricos y de tenis junto a la laguna Setubal.
Nunca conoceremos el final, pero las puertas del ascensor se cerraron y allí quedó el campeón mundial mediano de las 100 peleas y de las 14 defensas sin mancha, cara a cara con Úrsula Andress. Se reía Carlos, porque los doce pisos de suspenso alcanzaron para engañar a los periodistas y para frotar a las cazadoras de fieras, de aquí y de allá. Siempre pareció a cubierto del peligro, hasta cuando tuvo un estadio cabeza abajo durante el medio minuto de su amnesia con Briscoe, o cuando Rodrigo Valdés le serruchó las piernas pero no el orgullo en su combate del adiós. Monzón, esa cara de suficiencia sobre una historia que debió sufrir a solas en el comienzo y en el final, repartiendo con todos sus compatriotas (?) el interín de cada hora, cada dólar, cada intimidad. Una escopeta como él debió haberse disparado mucho antes en un país que juega sus amores y sus miserias en la bolsa de valores de los demás. El sueño de una sociedad que olvida todo menos su ombligo terminó en otra pesadilla con una esposa sin vida, una jueza sin testigos, un fallo de argentinos. La vedette se borró, los orígenes no; Benvenuti sigue cayendo como un títere, y sólo en Europa o en Nueva York saben cómo era, con qué estaba hecho el tren que lo embistió. Monzón les anunciaba la derecha, los hipnotizaba sin distinción de raza, color o credo. Y creía en pocas cosas: en Dios; en esa camiseta de Colón que un pibe desconocido le escondió en el cajón del viaje; en su potencia más fuerte que sus metacarpos, y en su sed sin adjetivos. Por eso escupía -¿sin motivo?- cuatro veces por minuto. (Del libro Narices Chatas, 2da.edición. Editorial Dunken,2006).

viernes, 3 de agosto de 2007

AUTOBOMBO

Ejemplares del libro ESCENARIOS, así como de NARICES CHATAS (2da.edición), BOHEMIOS y UN GRITO DE CORAZÓN (este último, reflexiones sobre fútbol, de reciente publicación) pueden adquirse comunicándose a las direcciones:
enriquemartin55@gmail.com
enriquemartin642@hotmail.com
enriquemartin644@yahoo.com.ar
o al teléfono 4951-6712 (dejar mensaje).

EL GOL ES MÍO

No por repetido menos patético. La pantalla devuelve la imagen del goleador iniciando una desencajada carrera alrededor del campo, rechazando a codazos la felicidad de sus compañeros, gritando a los vientos del Olimpo y con el cuello a punto de reventar: "sí, el gol es mío, mío, mío"; "sí, el autor del gol soy yo, solamente yo y nadie más que yo". Mientras tanto, derrapa sobre sus botines, enfila hacia el banco de suplentes y eleva el pulgar derecho en la nariz de su entrenador para que recuerde su éxito individual, único y ajeno al resto de sus colegas de equipo. Finalmente, y antes de quitarse la casaca para revolearla como si fuese una bolsa de basura, se detendrá frente a la tribuna adicta y entonces con los dos pulgares hacia abajo señalará desde los hombros el número en su espalda para que los hinchas registren el momento de su consagración personal e indivisible. La búsqueda de un camarógrafo obsecuente puede no ser dificultosa para el artillero, y entonces, el mundo entero, de cuerpo entero, presenciará su santificación futbolística en el altar de un esfuerzo digno de mejor causa. Agotado, casi exánime, el héroe cruzará la línea central de la cancha, regresará a su campo y enseguida reclamará a viva voz que alguien lo habilite otra vez, confiando exclusivamente en la solidaridad y en el juego de conjunto, ya que desde el cielo no le lloverá la pelota, porque Dios -se sabe- perdona siempre, pero no entiende nada de fútbol. (Del libro "Escenarios", de Enrique Martín. Ed.
Dunken, 2005.

jueves, 2 de agosto de 2007

RECORTAR Y PEGAR

No hay nada más insoportable que las frases hechas, los lugares comunes, los clichés y, como en este párrafo, los sinónimos o redundancias que no agregan nada. De todos modos, hay tipos que dejaron algunas enseñanzas como para ser recordadas y repetidas. Que valgan entonces como bases y puntos de partida (je, nunca se dijo...) del espíritu de este blog, en homenaje a la inteligencia de otros y a la brevedad (y el latrocinio) propios.



Un hombre es libre, si todos lo son. (Hegel).



Aquí todos somos libres para morir de hambre bajo los puentes de París. (Anatole France).



No hay ciudadanos libres en países dependientes. (Juan J.Hernández Arregui).



Los trabajadores no son jueces de los patrones. Son fiscales. (Arturo Jauretche).



Pobres de aquellos países, cuyos jueces merezcan ser juzgados. (Bertrand Russell).



Los demócratas atenienses prohibían a los esclavos presenciar las representaciones

teatrales. A Grecia le debemos la democracia, el teatro y la esclavitud. (Anónimo).



Es la JUSTICIA, idiotas... (ayer, hoy y siempre).



Pasen bien.

¿Por qué Monogatica?

Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.