Una lágrima y un recuerdo, don Héctor Jota, campeón de la lealtad y de la palabra. Nadie hizo tanto en tan poco tiempo. Nadie, que yo recuerde, cumplió como usted con sus promesas y sus compromisos, sin gritos ni alharacas.
Todo puede perdonarse, menos la ingratitud. Un bronce ahí…
Agradecido sobrino.
Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.
viernes, 14 de noviembre de 2008
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1 comentario:
Me sumo al homenaje. salud, Tío.
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