Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.

martes, 11 de noviembre de 2008

ARGENTINOS, POR SU NOMBRE

Es el título del programa que canal 13 (Grupo Clarín) emite todos los domingos por la noche con la conducción de Andy Kusnetzoff. Se trata de una producción basada en recabar opiniones de personas o grupos under o distintos o de recorrer la ciudad en busca de emociones diferentes, todo bajo el paragua light del animador, su estilo semiprovocador y despojado, su no compromiso a la hora de tomar partido, y su innegable cartel de profesional progre de los medios.

Lo de anoche fue desopilante. Y aleccionador. E instructivo. E inmundo. En partes iguales. Una verdadera muestra del estado calamitoso de nuestra TV de aire, del bajísimo nivel de sus caras bonitas o cotizadas y , como era de esperarse, una batería de mentiras disparadas en forma de sofismas, dirigidas todas a continuar con la ofensiva destituyente contra el gobierno nacional, motorizada por Clarín (aunque no sólo por Clarín).

Esta vez, el tema se limitó a invitar a Buenos Aires a cinco jóvenes peones rurales, disfrazados de gaucho, con el propósito explícito de tomarles el pelo, primero, y de bajarles línea política, después.

Pues bien. El primer obj etivo se cumplió con creces. El segundo resultó algo así como un tiro por la culata.

Kusnetzoff llevó primero a los peones (ataviados con botas, bombachas, pañuelo al cuello y sombrero típico) para escuchar y narrar chistes de o contra provincianos en el Obelisco. Fue el ablande, para que se sintieran cómodos. El cuchillo que todos llevaban bajo la rastra no era para amedrentar, sino para darles una fisonomía fuera de época. Zafaron, Hicieron reir y se rieron de ellos (los televidentes).

El segundo acto fue el monumento al más gusto. Andy condujo a los gauchitos al Teatro Maipo, donde fueron recibidos por el flamante showman Jorge Lanata, y entre todos produjeron un compendio de obscenidades que, reíte de Marrone, Corona o Stray. Casi toda la apertura se fue mientras los peones comentaban experiencias sexuales propias o ajenas con ovejas. Y Lanata comentó, con gesticulación y movimiento pélvico, cómo supuestamente (según le contaron, dijo) se puede someter a un ovino mientras se lo afeita con una prestobarba.

Cumplida la etapa de garantizar la permanencia del espectador cautivo hasta el final del programa, Lanata, siempre con el inestimable apoyo de Kusnetzoff en las groserías y en su caso en no pocas tonterías, cruzaron al campo que efectivamente querían ocupar. Pero como son mediocres periodistas, empezaron al revés.

-¿Ustedes cuánto ganan trabajando en el campo?, preguntó Lanata al grupo.

Uno dijo ochocientos. Setecientos cincuenta, dijo otro. Es decir, la mitad del mínimo, más o menos.

-¿Y cobran en blanco o en negro?

Todos contestaron “en negro”, una obviedad, dado que las cifras que habían proporcionado están por debajo de lo que marca la ley.

-¿Y si se enferman, no tienen obra social, no?
Todos dijeron que “el patrón” se ocupa de los gastos en esos casos. Es decir, como en el siglo 19.

Y entonces vino el remate:

-¿ Y por quién votaron?

Todos dijeron que “por Cristina”.

-¿Y ustedes saben que el gobierno de Cristina se quedó con la plata de los aportantes a la jubilación privada? (sin importar si sabían de qué se estaba hablando).

No contestaron, obviamente porque ellos no son aportantes a ninguna parte. Sus patrones Miguens, Llambías, Biolcati, Buzzi y De Angeli (entre otros) les roban directamente el dinero de los aportes.

¿Y les parece que votaron bien”, sugirió Lanata.

Todos dijeron que “parece que no, ¿no?

-Me parece que sí (es decir, no) concluyó el nuevo Maurice Chevallier de cabotaje.

Puesto en blanco (no el sueldo de los peones, sino la nota artera), Andy y Lanata descubrieron que habían metido la pata cuando los tipos hablaron de trabajo en negro (algo que el gobierno nacional comunicó mal durante el conflicto 125). Pero siguieron adelante para anotar un poroto para el bando de la antipatria, la contribución diaria de desinformación y venta de pescado en mal estado, esto es, la culpa la tiene el gobierno. Los Kirchner roban. No hubo repregunta sobre el alcance del latrocinio de los terratenientes y sus adláteres y favorecedores.

Los jóvenes peones prefirieron gastarle chanzas a las coristas, franelear un poco con ellas (mejor -dijeron- que cualquier oveja) y se fueron, no sin antes decir que nunca leen los diarios; que nunca habían estado en un teatro. Pero que sí miran TV, aunque no a Lanata.

Andy Kusnetzoff es hijo del más prestigioso médico psiconalista y sexólogo del país, pero -como dice Sabina- su padre morirá sin dejar descendencia.

Conocí a Jorge Lanata en 1984, cuando aun era colaborador (él) de Eduardo Aliverti (pobre Eduardo…). Me citó para una charla en mi condición de periodista especializado en Boxeo. Estaba interesado en conocer los pormenores de la vida de un pugilista, el último orejón del tarro deportivo. Pensé que era una buena idea. Pero a los diez minutos de conversación descubrí que su estrategia y su finalidad era otra: ”demostrar” que Juan Carlos Lectoure, el fallecido administrador del Luna Park, era poco menos que un delincuente que se quedaba con el dinero de los “Cachitos campeones de Corrientes”, algo totalmente falso. Cuando estuve seguro de la trampa, me levanté y me fui. Después Lanata se convirtió en lo que es. Pero viene de allí.

Para el final, las preguntas:

¿Es Andy Kusnetzoff un oligofrénico? ¿Es Jorge Lanata un malparido?

No. Son progres (o eso nos quieren hacer creer).

Por eso, desde ahora: argentinos por su nombre…

1 comentario:

Enrique Martín dijo...

Gracias a Claudio Díaz, por este comentario:

Una vez más tengo que transmitirte mi admiración por la brillante refutación a esos hijos de remil que -como siempre decimos- la van de progres.

Estoy reenviando tu comentario a un montón de amigos y compañeros. Tus reflexiones son un incentivo muy grande para no aflojar y seguir dándonos fe entre todos los nacionales.

Fuerte abrazo. Claudio.