Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.

sábado, 28 de marzo de 2009

LA CUMBIAMBA DE FRANCISCO

Teñido y tatuado, De Narváez. Absurdo hasta para el programa de Capusotto.

Imposible peronista. Caricatura de Uribe; ni media neurona para empujar sin billetes.

Ridículo, De Narváez. Ni el cerebro de Valderrama, ni la habilidad de Freddy Rincón, ni la velocidad mental de Faustino Asprilla, ni la polenta del Tren Valencia. Apenas un lateral de cuarta, patrocinado por su papá en la octava del Once Caldas.

Turco rubio vendepeines, espejo caradenada en propio Canal América, menos americano que Goñi de Losada, el oligofrénico angloparlante que presidió Bolivia hasta que le acertaron un shot y pasaron a la era Evo sin escalas (la historia es cíclica).

Berreta, De Narváez, cada voto le costará mil dólares. Y capaz que gana. Sólo que el capricho le durará menos que las entradas pagas para escuchar a su coterráneo García Márquez, hablando por enésima vez de infancia en Aracataca y amistad interesada con Fidel.

Infame, De Narváez. Su vuelo rasante sobre la política ajena no conseguirá impedir que sigamos queriendo al Gordo Rojas, primera voz de los Wawancó, que nos ganó el corazón sin postularse a diputado ni a presidente. Ni de Argentina ni de Colombia.

Acaso su derrotero, sí, nos anticipe como terminará esta aventura de niñobiensinpatrianivergüenzaalguna, embarcado en la piragua de Guillermo Murillo… rumbo al lugar donde arriban los que nunca fueron a ninguna parte.

Aunque baile cumbia en ojotas en José C.Paz. Aunque se le ocurra que Gardel murió en Medellín para reencarnarse en una moneda de cuatro pesos, tan falsa como la historia de vida que le escribieron por encargo y por unos cuantos miles de verdes.

Está bien, De Narváez. Sólo vamos a creer que Bogotá es la capital de Anillaco. Y que la provincia de Buenos Aires es Macondo. Pero sólo por un rato. Porque la juerga cuesta cara, especialmente si uno ubica una calle de Merlo ayudándose apenas con el mapa del delito y acusando de delincuentes a sospechosos sufragantes que miran con cara de giles. Pero que no son giles.

Están acostumbrados. Y te la van a cobrar. No tanto como a Andrés Escobar, pero quizás cerca.

Para payaso, bastó con René Higuita.

1 comentario:

No dijo...

Mono:
Comparto gran parte de lo que dijiste ayer. Te dejo más tapas para tus alumnos
Capaz te sirven

un abrazo