Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.

jueves, 9 de abril de 2009

TÍO Y SOBRINO DE LA DEMOCRACIA

El terrorismo mediático nos regaló la semana pasada un prócer por muchos años: el padre de la democracia.

En una suerte de orgía radical, imprevista y eufórica, el centenario partido de Leandro N. Alem (pobre hombre...) produjo en las últimas horas más material para la prensa canalla.

En primer lugar con la inapreciable ayuda de la minusválida Justicia argentina (ciega, sorda y muda), que decidió sobreseer al (¿por qué no?) Tío democrático Fernando de la Rua, acusado por la muerte de cinco personas el día que huyó democráticamente del poder en helicóptero. Junto con él, también fueron sobreseídos un Subjefe de la Federal y cuatro comisarios, amigos de la familia.

Otro tribunal, pero perteneciente a la misma Justicia discapacitada, también sobreseyó al Tío de la democracia en la causa que se le había iniciado por estafar al Estado pagando con dinero público a un jardinero de su quinta de fin de semana.

En una paradoja que obliga a repensarnos en serio, el mismo día, la Justicia (menos minusválida) del Perú condenó al ex presidente Alberto Fujimori a 25 años de prisión. Claro que no se trataba (para la prensa de aquel país), de algún pariente cercano de la democracia. Sólo un lejano conocido oriental.

Para completar el orgasmo boina blanca, el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, produjo el episodio de discriminación más bochornoso que recuerde la Argentina en muicho tiempo: le puso un muro a la pobreza, según él, para proteger a 33 familias de ricachones. Bien. La próxima escalada del (bien podría denominársele) Sobrino de la democracia, sería arrojar a los pobres de su propio distrito (Los de la Cava, por ejemplo), por sobre el muro de la vergüenza, que ni Mussolini hubiese levantado, menos por tan poco argumento.

Nuestro país es hoy el país que quiere el terrorismo de los medios, que festeja y descorcha con cada éxito que le indica que la estrategia es buena, esto es, convertir a la Argentina en un país de corderos imbéciles, clase media consumista, dócil, insolidaria, xenófoba.

Pues bien, la familia radical, la del padre Alfonsín, la del tío De la Rúa y la del sobrino Posse es un puntal interesante para tan noble propósito.

Se rompe, se doble, se arrodilla. La gran familia UCR, la del fragote y de la cobardía, está de nuevo entre nosotros. Con parientes limpitos y peinados. Listos para hacer lo que mejor saben.

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