Ocurrirá exactamente dentro de dos semanas, el 1º de enero, o siete días más tarde, el 8. En cualquier caso, se tome la fecha convencional del triunfo de la Revolución Cubana, o el ingreso de Fidel Castro a La Habana comandando la caravana nacional desde la ciudad de Santiago, se cumplirá medio siglo de la más extraordinaria experiencia política y social de una centuria, que ha demorado en concluir hasta aquí, precisamente para coincidir con la victoria total de un pueblo y de una gesta profundamente latinoamericana, un hito ya imposible de destruir, neutralizar, pasar por alto o subestimar.
Harán 50 años de aquel enero de 1959, grabado a fuego en la cabeza de los poderosos del mundo, de todos los imperios, de todos los injustos y de todos los herejes. Con Fidel en el poder o en su autoimpuesto segundo plano, ya nada podrá modificarse.
Mañana puede ser nunca. Pero nunca pudo ser hoy.
Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.
jueves, 18 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
Feliz navidad
Dios se hace hombre y después obrero de la construcción
Publicar un comentario