Podría haber sido Tigregatica, porque a él le hubiese gustado más. Pero el apelativo de Mono lo definió por las buenas y por las malas, que son las que quiero incluir en este blog. Las buenas y las malas de antes y de ahora. Las mías y las ajenas. Las de nuestro país y las del mundo. Las que nos permiten vivir y las que nos obligan a hacerlo. En Dios creo, y en algunas personas (muertas y vivas) también. No demasiadas. Pero suficientes. Todos los demás, que paguen al contado.
viernes, 22 de febrero de 2008
DEL BANCO AL CEMENTERIO
No pocos argentinos han sido sorprendidos en los últimos años por la astucia de un delincuente y por la complicidad de los bancos (o viceversa). A más de cuatro les vaciaron la cuenta sin decir agua va, y nadie -ni la Injusticia nacional- les devolvió un solo centavo. Pues bien, hay más informaciones para este boletín. Ahora resulta que por lo menos un banco, en este caso el HSBC, ha inaugurado una nueva modalidad para "favorecer" a sus clientes. Esto ocurrió el pasado 21 de febrero en horas (por lo menos tres) de la tarde. Como el sistema informático o telefónico (lo mismo da) falló, a la entidad de la sigla incomprensible (parece que ahora son chinos) no se le ocurrió mejor idea que explicar, luego de media hora de espera del cliente, que la cuenta de ese pobre cristiano (o judío o musulmán) estaba en ¡CERO! Imagínese, compatriota, la cara y las arterias de cualquier doña María enterándose de la noticia cuando sólo intentaba conocer su saldo o constatar que le habían acreditado un cheque. En lugar de hacer como siempre para ignorar al cliente, es decir, cortar la línea telefónica, o informar que hay un desperfecto o directamente dar los saldos del día anterior, pues no, "su cuenta número tanto, señor, suma cero pesos...). Y vaya a cantarle a Cavallo. O consiga que lo atienda el coordinador de call center Ignacio Navarro, quien le dirá muy seguro de sí que "todas las cuentas están en cero, no sólo la suya". Y luego le propondrá concurrir al día siguiente a la sucursal que le corresponde, o a un cajero automático, para comprobar que no le han robado su dinero. El banco HSBC se fusionó, o directamente compró la Banca Nazionale del Lavoro hace un tiempo, e hizo añicos las pocas ventajas que esa casa bancaria otorgaba a sus clientes. No dejó nada en pie. Ni empleados, ni atención telefónica las 24 horas del día ni la posibilidad de depositar cheques o pagar una liquidación por ventanilla. Nada de nada. Arréglese como pueda. Y si usted es titular de una cuenta sueldo, esto es, lo metieron ahí sin avisarle, pues jódase también. Total, esta denuncia no será levantada por los medios de difusión, que sólo hablan de corrupción cuando aparece involucrado un funcionario de gobierno, y jamás se preocupan por averiguar qué empresario le pagó la coima (*). Caerá en saco roto. No importa. Pero sí importa que más de cuatro en esta red se enteren de que una señora desesperada, el 21 de febrero, vio subir su tensión arterial hasta 24 y ahora deberá ser intervenida quirúrgicamente por una obstrucción coronaria. Todo por el chiste del HSBC, que seguramente ni le pedirá disculpas, aunque sea cliente. Alguien dijo alguna vez que era más noble fundir un banco que fundarlo. Este es el caso. Eso sí, averigüe primero qué demonios quiere decir la sigla en cuestión ¿Acaso Hay Siempre Bancos Corruptos. Y...sí. Y seguirá habiendo mientras esos mismos bancos cuenten con la complicidad de los medios de comunicación, (*) esos que hablan del caso Skanska pero no dicen que los principales involucrados en la estafa son los dos máximos accionistas del diario La Nación, MATILDE Y ALEJANDRO SAGUIER, procesados (ojo, no imputados) por evasión agravada y posesión de una empresa en paraíso fiscal de las Islas Vírgenes. Esos mismos medios que borraron en diez horas la denuncia del diputado Héctor Recalde, quien hizo público con prueba de cámara oculta, que la Cámara de Empresarios ticketeros (canasta y restaurantes) le había ofrecido 20 millones de dólares por cajonear una ley. Recalde denunció, los medios desinformaron, pero la ley fue aprobada a mano alzada. Y hoy millones de trabajadores consiguieron que los ticketes basura estén incluídos en sus salarios. Ah, el empresario coimero, ese que nunca más apareció en televisión, ni en radio ni en los diarios, se llama SANTIAGO LYNCH ¿No le suena? ¿Tampoco el HSBC?
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